Separación y préstamos familiares: cómo resolverlos
Publicado el 09 de noviembre de 2025
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Índice
- Préstamos familiares y separación: por qué generan conflictos
- Cómo acreditar el préstamo: pruebas y documentación
- Contrato, intereses y fiscalidad entre familiares
- Reclamación del dinero tras la ruptura
- Préstamos y régimen económico matrimonial
- Vivienda, hipoteca y préstamos cruzados
- Mediación y acuerdos extrajudiciales
- Procedimiento judicial y estrategia
- Prevención: redactar préstamos familiares seguros
- Preguntas frecuentes
Préstamos familiares y separación: por qué generan conflictos
La separación de pareja es un momento de cambio que pone a prueba no solo el plano emocional, sino también el económico. Cuando existen préstamos familiares —dinero que un padre, madre, hermano u otro pariente prestó a uno o a ambos miembros de la pareja— afloran dudas decisivas: ¿se trata de un préstamo o fue una donación?, ¿quién debe devolverlo y en qué plazos?, ¿cómo se coordina con otros compromisos como la hipoteca, los gastos de hijos o el reparto de bienes? La clave está en identificar qué se pactó realmente, cómo se usó el dinero y qué evidencia existe del acuerdo.
Estos conflictos son frecuentes por dos motivos. Primero, porque la confianza familiar hace que muchas veces no se formalice nada por escrito. Segundo, porque en la convivencia se difuminan los límites entre “lo de uno” y “lo de ambos”. En la práctica, un ingreso en la cuenta común para reformar la vivienda, comprar mobiliario o afrontar una entrada hipotecaria suele considerarse “para la familia”, pero legalmente habrá que determinar si fue un préstamo a uno de los miembros, a los dos solidariamente, o una aportación sin ánimo de devolución.
Resolverlo bien requiere una visión integral. No basta con mirar la transferencia de origen; hay que analizar el destino del dinero, la existencia de mensajes o emails que mencionen “préstamo”, la forma de devolución (si la hubo) y el comportamiento de las partes. Igualmente, conviene revisar el régimen económico del matrimonio o de la pareja de hecho, la titularidad de cuentas y bienes, y la existencia de pactos privados. Una separación ordenada minimiza el desgaste y reduce costes: cuanto antes se concreten las reglas del juego —qué se debe, a quién y cómo se paga—, más probable será evitar un pleito largo y costoso.
Punto clave: si no hay papeles claros, la mejor estrategia es reconstruir el acuerdo con todas las piezas disponibles (transferencias, justificantes, conversaciones, testigos y hechos posteriores como pagos parciales).
Cómo acreditar el préstamo: pruebas y documentación
Para que un préstamo familiar sea exigible debe poder probarse. En derecho civil, la prueba es libre, pero algunos medios tienen especial fuerza. Lo ideal es un contrato privado de préstamo firmado por prestamista y prestatario, con importe, fecha, plazo, intereses (si los hay) y forma de devolución. Si no existe, la combinación de transferencias bancarias, conceptos en los movimientos (por ejemplo, “préstamo reforma piso”), correos, mensajes y la conducta de las partes puede bastar para que un juez considere acreditada la deuda.
Las transferencias bancarias son fundamentales. Un ingreso desde la cuenta de la madre de uno de los miembros a la cuenta del otro, con referencia a “préstamo”, es un indicio potente. También ayuda la trazabilidad del dinero: que ese mismo día se pagara la reforma o la entrada de la vivienda; que exista una hoja de encargo de la obra o una provisión de fondos. Si hubo pagos de devolución —por ejemplo, transferencias mensuales de 300 € al prestamista— constituyen un reconocimiento tácito del préstamo y su plan de amortización.
Los mensajes y correos pueden ser decisivos. Expresiones como “te devolveré lo de la reforma” o “quedamos en 24 meses” apuntalan el relato. Los testigos (abuelos que entregaron el dinero, hermanos que estuvieron en la reunión) aportan verosimilitud. Además, un reconocimiento de deuda firmado durante la crisis de pareja —incluso simple— ordena el escenario: fija saldo pendiente y calendario de pagos, evitando malentendidos.
- Contrato o reconocimiento de deuda con firma de ambas partes.
- Transferencias y justificantes con concepto claro.
- Presupuestos y facturas que prueben el destino del dinero.
- Mensajes/email coherentes con la existencia del préstamo.
- Pagos parciales como indicio de devolución en curso.
Consejo práctico: si aún no hay litigio, formaliza ya un reconocimiento de deuda y un plan de pagos. Reducirá la incertidumbre y servirá de base si la relación se deteriora.
Contrato, intereses y fiscalidad entre familiares
Los préstamos entre familiares son válidos y habituales, pero conviene tratarlos con la misma seriedad que un crédito bancario. Un contrato sencillo debe recoger: identidades, importe, fecha de entrega, destino, tipo de interés (0 % si se desea), plazos de devolución y consecuencias del impago. Incluir un cuadro de amortización es útil, incluso con interés cero, porque organiza el calendario y permite medir retrasos.
En materia fiscal, lo relevante es distinguir préstamo de donación. Si el dinero se entrega sin obligación de devolución, la Administración puede considerarlo donación sujeta al Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (normas autonómicas). Para evitar riesgos, muchos optan por un préstamo a tipo 0 % documentado en contrato privado y, en su caso, comunicado a Hacienda conforme a las prácticas admitidas. Si existen intereses, el prestamista debe declarar los rendimientos del capital mobiliario en su IRPF; si no hay intereses, no hay rendimiento.
Un detalle práctico es la forma de pago. Lo más cómodo y transparente es una transferencia con concepto “préstamo”, y devolver mediante domiciliación o transferencias con concepto “amortización”. Evita el efectivo: dificulta la prueba y genera sospechas fiscales. Asimismo, si el préstamo se destina a la vivienda común, indica ese uso para facilitar su encaje en la liquidación posterior. Y si existe garantía (por ejemplo, una prenda o un aval), que conste por escrito.
Checklist rápido: contrato firmado, interés (0 % o pactado), calendario de pagos, comunicación fiscal cuando proceda, transferencias trazables y archivo de justificantes.
Reclamación del dinero tras la ruptura
Al separarse, el prestamista familiar suele querer cerrar el tema cuanto antes, y el deudor busca flexibilidad. La vía ideal es pactar un acuerdo de pago por escrito con calendario realista, contemplando situaciones de liquidez (venta de coche, devolución de fianza de alquiler, bonus salarial) y compromisos ineludibles como pensión de alimentos. Un buen acuerdo prioriza la estabilidad de los hijos y la vivienda, sin dilatar indefinidamente la devolución.
Si no hay pacto, el prestamista puede requerir formalmente la deuda mediante burofax fijando plazo para pagar. Este paso interrumpe la prescripción y abre la puerta a la reclamación judicial (monitorio, verbal/ordinario según cuantía). Para aumentar las probabilidades de éxito, adjunta contrato, transferencias y cualquier reconocimiento de deuda. Si la deuda era conjunta (ambos firmaron o se destinó inequívocamente a cargas comunes), puede reclamarse solidariamente a los dos, salvo que el contrato diga lo contrario.
Cuando la separación implica la liquidación de una vivienda en común, es habitual compensar la deuda cruzándola con otros saldos: por ejemplo, quien se adjudica el piso asume un mayor tramo de hipoteca y, a cambio, libera o reduce la deuda familiar. Este equilibrio de partidas reduce pagos inmediatos y puede formalizarse en la escritura de liquidación o en el convenio regulador, para asegurar su eficacia y ejecución.
Estrategia: combina un buen requerimiento previo con una propuesta concreta de pago. Muchos pleitos se evitan cuando la otra parte ve fechas y números realistas.
Préstamos y régimen económico matrimonial
El régimen económico (gananciales, separación de bienes o participación) condiciona la forma de afrontar los préstamos familiares. Bajo gananciales, las deudas contraídas para atender a las cargas del matrimonio suelen ser gananciales, incluso si solo figura uno como prestatario, siempre que el dinero se destinara al interés familiar. En separación de bienes, cada cónyuge responde de sus deudas, salvo que ambos las asuman o que la deuda beneficie a la comunidad por pacto o por hechos concluyentes. En parejas de hecho, habrá que valorar la doctrina sobre enriquecimiento injusto y pactos privados.
Un préstamo hecho por los padres de uno de los miembros para la entrada de la vivienda común plantea preguntas: ¿es deuda del hijo, de ambos o una donación encubierta? Si el contrato dice “a X y Y solidariamente” y el dinero se aplicó a la casa, lo coherente es considerarlo deuda de ambos. Si solo se prestó a X, pero se probó que cubrió una carga común, cabe discutir su carácter. La prueba y los actos posteriores (quién devolvía) inclinarán la balanza.
La liquidación del régimen es el momento para cuadrar cuentas: inventariar deudas, identificar su titularidad y asignar pagos. Es habitual fijar compensaciones internas entre cónyuges si uno asumió más cuotas o devoluciones del préstamo familiar que beneficiaron a los dos. Documentar bien estas compensaciones evita reclamaciones futuras.
Claves: destino del dinero, titularidad del contrato, comportamiento de pago y encaje con el régimen económico. Todo suma para definir quién debe qué.
Vivienda, hipoteca y préstamos cruzados
La vivienda habitual suele concentrar las mayores tensiones: hipoteca, reformas y aportaciones familiares. Si los padres prestaron dinero para la entrada, cabe decidir si se devuelve en efectivo o se compensa en la liquidación (por ejemplo, con menor pago al adjudicatario del inmueble). Si el préstamo sirvió para reformas, conviene cotejar facturas y permisos para demostrar que incrementó el valor de la vivienda y, por tanto, beneficiaba a ambos.
Los préstamos cruzados son frecuentes: además del préstamo familiar, existe hipoteca, un préstamo personal para muebles y quizá una deuda de tarjeta. Ordenar prioridades evita cuellos de botella. Lo sensato es mantener al día la hipoteca (para proteger el inmueble y la solvencia) y pactar una escalera de pagos que incluya plazos razonables con el familiar prestamista. Si hay alquiler y fianza por recuperar, se puede destinar a amortizar el préstamo familiar.
Cuando uno se queda en la casa, suelen pactarse novaciones de la hipoteca para liberar al otro, acompañadas de compensaciones económicas. En esos escenarios, el préstamo familiar puede utilizarse como moneda de ajuste: si el que se queda obtiene ventaja patrimonial, asume más deuda familiar; si quien sale renuncia a parte de su cuota, recibe una reducción de lo que debe a los padres del otro. Todo debe plasmarse por escrito para que sea exigible y oponible a terceros.
Tip: construye una tabla con todas las deudas, tipo de interés, vencimientos y garantías. Te dará una visión de conjunto para negociar con criterio.
Mediación y acuerdos extrajudiciales
La mediación es una herramienta eficaz para conflictos con fuerte componente emocional, como los préstamos familiares en una separación. Un mediador imparcial ayuda a que las partes escuchen intereses —no solo posiciones— y descubran zonas de acuerdo: garantizar la estabilidad de los hijos, proteger la vivienda, evitar pleitos y preservar la relación con los abuelos. A partir de ahí, se construyen soluciones creativas con plazos, garantías y condiciones claras.
Un acuerdo extrajudicial bien redactado suele incluir: reconocimiento de deuda, calendario de pagos, forma de pago, intereses de demora (aunque sea simbólico), garantías (p. ej., retención sobre la venta del coche o sobre devolución de la fianza del alquiler), causas de vencimiento anticipado y un mecanismo de resolución de controversias (primero mediación, luego juzgado competente). Puede elevarse a escritura pública para reforzar su ejecutabilidad o incorporarse al convenio regulador si encaja con medidas familiares.
En contextos tensos, conviene separar el diálogo financiero del parental. Un calendario de reuniones y un documento de trabajo compartido (con cifras, fechas y comprobantes) reduce malentendidos. Evita los términos descalificadores y centra el debate en datos y opciones. El objetivo es resolver el préstamo sin que el conflicto se expanda.
Resultado esperado: un acuerdo viable y verificable, con efectos prácticos inmediatos y cláusulas de seguridad si algo falla.
Procedimiento judicial y estrategia
Si no hay entendimiento, el litigio es la vía para recuperar el dinero. Para deudas líquidas, determinadas y exigibles con soporte documental, el procedimiento monitorio es rápido y económico; si el deudor se opone, el asunto se transforma en juicio verbal u ordinario según cuantía. Cuando la deuda supera ciertos umbrales o existe complejidad probatoria (determinación del destino del dinero, carácter ganancial o privativo), suele tramitarse por ordinario, con fase de audiencia previa y juicio.
La estrategia probatoria es determinante: aporta el contrato o, en su defecto, una narrativa coherente apoyada en transferencias, facturas, mensajes y reconocimientos. Si el préstamo benefició a ambos, considera demandar a los dos. Si solo uno firmó, pero el otro era el usuario principal (por ejemplo, reforma de su local), matiza la pretensión. Valora medidas cautelares si existe riesgo de insolvencia o alzamiento de bienes.
En paralelo, no abandones la vía negociadora. Muchos procedimientos se transan con un allanamiento parcial o un pago fraccionado supervisado por el juzgado. Negocia intereses moderados y evita cláusulas inejecutables. Tu objetivo no es “ganar a toda costa”, sino cobrar y cerrar el capítulo con el menor coste emocional y económico.
Documento imprescindible: un cuadro cronológico de hechos (entrega, uso, devoluciones, ruptura, requerimientos) con soportes adjuntos. Facilita la comprensión del juez y refuerza tu credibilidad.
Prevención: redactar préstamos familiares seguros
Nada evita más problemas que un buen papel a tiempo. Un modelo de préstamo familiar debe ser breve y claro, con estas piezas mínimas: datos completos de prestamista y prestatario; importe exacto y fecha de entrega; destino del dinero; tipo de interés (0 % o el que se pacte); plazos y forma de devolución (transferencia mensual, cargo domiciliado); intereses de demora razonables; vencimiento anticipado por impago; y, si procede, garantía o aval. Añadir un cuadro de amortización adjunto simplifica el seguimiento.
Piensa también en la fiscalidad: si el interés es 0 %, anótalo expresamente; guarda copia del contrato y de las transferencias para acreditar que no hubo donación. Si el préstamo se destina a la vivienda de la pareja, indica el uso y quiénes se obligan (uno o ambos). Si hay expectativa de cambios (venta de vivienda, mudanza, ERTE), incluye una cláusula de flexibilidad para reprogramar pagos por causas objetivas. Cuanto más anticipes escenarios, menos riesgo de conflicto en una futura separación.
- Firmar siempre, incluso entre padres e hijos.
- Utilizar transferencias con concepto claro.
- Guardar justificantes y mensajes relevantes.
- Prever calendario y métodos alternativos de pago.
- Actualizar el acuerdo si cambian las circunstancias.
Plantilla útil: contrato + anexo de amortización + reconocimiento de deuda para incidencias. Tres documentos, tres capas de seguridad.
Preguntas frecuentes
¿Un Bizum o transferencia sin concepto sirve como prueba de préstamo? Sí, puede servir como indicio, pero es más débil. Refuérzalo con mensajes, un reconocimiento de deuda posterior y la trazabilidad del destino del dinero. Un concepto como “préstamo entrada piso” aumenta mucho la fuerza probatoria.
Si mis padres prestaron dinero para la casa común, ¿debemos ambos devolverlo? Depende de cómo se formalizó y de la prueba del destino. Si el contrato o los actos muestran que el préstamo benefició a ambos, es razonable que la deuda sea solidaria. En la liquidación de la pareja puede ajustarse con otras partidas.
¿Es obligatorio pactar intereses? No. El interés puede ser 0 %. Si hay interés, el prestamista deberá declararlo en IRPF como rendimiento. Con interés 0 % no hay rendimiento, pero conviene documentarlo para evitar que se interprete como donación.
¿Qué procedimiento debo usar para reclamar? Si la deuda es líquida y acreditable, inicia con burofax y valora monitorio. Si hay oposición o complejidad, se seguirá juicio verbal u ordinario según la cuantía y la prueba. Aporta toda la documentación desde el primer momento.
¿Cómo integrar el préstamo familiar con la hipoteca? Prioriza mantener la hipoteca al día. Negocia con el prestamista un plan que use hitos de liquidez (venta, devolución de fianza, bonus) y, si procede, compensa en la liquidación de bienes para reducir desembolsos inmediatos.
Si estás en plena separación y hay un préstamo familiar en juego, recopila ya transferencias, facturas y mensajes. Con un buen mapa de pruebas podrás negociar mejor —y, si es necesario, reclamar con garantías.