¿Qué pasa con las mascotas al divorciarse?

¿Qué pasa con las mascotas al divorciarse?

Publicado el 08 de abril de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 20 min

Introducción

El divorcio es un proceso complejo que implica no solo la disolución de un vínculo matrimonial, sino también la reorganización de la vida emocional, legal y económica de quienes lo atraviesan. En los últimos años, ha surgido una nueva preocupación dentro de este contexto: ¿qué sucede con las mascotas cuando una pareja decide separarse? Lejos de ser un tema menor, las mascotas forman parte del núcleo familiar y, en muchos casos, son consideradas como miembros importantes del hogar.

Tradicionalmente, el tratamiento legal de los animales durante un divorcio ha estado limitado a su consideración como “bienes materiales”, lo que dificultaba una resolución justa y adecuada a las necesidades del animal. Sin embargo, los cambios sociales y la creciente sensibilidad hacia los derechos y el bienestar animal han impulsado reformas legislativas en diversos países, incluido España, que reconocen a los animales como seres sintientes y no como simples objetos.

En este artículo, exploraremos con detalle cómo se determina la custodia de las mascotas durante un proceso de divorcio, qué dice la legislación actual, y qué criterios puede utilizar un juez para tomar decisiones en caso de desacuerdo entre las partes. Además, abordaremos las implicaciones emocionales que puede tener la separación tanto en los dueños como en los propios animales, y se ofrecerán recomendaciones prácticas para proteger su bienestar.

El objetivo principal de esta guía es proporcionar una visión clara y útil sobre los derechos y opciones que tienen las personas que atraviesan un divorcio y conviven con una o más mascotas. Saber cómo actuar en estos casos no solo ayuda a evitar conflictos legales, sino que también garantiza que los animales reciban el cuidado y la estabilidad que necesitan.

La conciencia sobre la importancia del bienestar animal en el entorno familiar está creciendo, y con ella, la necesidad de una regulación más específica y humana. Este artículo está diseñado para servir como referencia tanto para quienes se enfrentan a un divorcio como para profesionales del derecho familiar interesados en incorporar esta dimensión en sus prácticas.

Custodia de mascotas en el divorcio

La custodia de las mascotas en los procesos de divorcio ha ganado protagonismo en los últimos años debido al reconocimiento social de los animales como parte integrante de la familia. Esta creciente sensibilización ha hecho que cada vez más parejas contemplen explícitamente el destino de sus animales de compañía al momento de separarse, en lugar de tratarlos como un simple objeto que puede dividirse como cualquier otro bien material.

En España, desde la reforma del Código Civil en 2022, los animales domésticos son considerados seres sintientes, lo cual implica que, al momento del divorcio, debe atenderse al bienestar del animal y no solo a la titularidad legal. Esta reforma permite que los jueces decidan con quién vivirá la mascota, en función del entorno que mejor garantice su cuidado físico y emocional, algo equiparable, aunque no idéntico, a lo que ocurre en los casos de custodia compartida de hijos menores.

La custodia de una mascota puede ser exclusiva o compartida. En la custodia exclusiva, uno de los miembros de la pareja asume completamente el cuidado del animal. En la compartida, ambos cónyuges se reparten tiempos y responsabilidades, aunque esta modalidad requiere una buena comunicación y coordinación entre las partes.

A la hora de decidir sobre la custodia, los tribunales pueden valorar aspectos como:

  • Quién ha sido el principal cuidador del animal durante la convivencia.
  • El tiempo y recursos que cada parte puede dedicar a la mascota.
  • La existencia de hijos menores y su vínculo con el animal.
  • Las condiciones del nuevo hogar de cada cónyuge.

Aunque en muchos casos se llega a acuerdos amistosos sobre el futuro del animal, en otros la disputa puede agravarse, especialmente si la mascota tiene un fuerte valor afectivo o económico. Por eso, cada vez es más común que se incluyan cláusulas específicas sobre las mascotas en los convenios reguladores, evitando así conflictos judiciales posteriores.

En definitiva, la custodia de mascotas en el divorcio ya no es un tema marginal. Su tratamiento legal y emocional requiere un enfoque sensible y práctico, que anteponga el bienestar del animal y evite que se convierta en un motivo más de disputa durante el proceso de separación.

Legislación actual en España

En los últimos años, España ha dado pasos importantes hacia una mayor protección y reconocimiento de los animales como seres sintientes. Este cambio de paradigma legal ha tenido un impacto directo en los procesos de divorcio, donde la custodia de las mascotas ha pasado a ser un aspecto relevante y regulado. Antes de esta reforma, los animales eran tratados legalmente como “cosas” o bienes muebles, lo que dificultaba una valoración adecuada de su bienestar en casos de separación.

La Ley 17/2021, de 15 de diciembre, sobre el régimen jurídico de los animales, marcó un antes y un después en la legislación española. Esta norma modificó el Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil, con el fin de reconocer a los animales como seres vivos dotados de sensibilidad. De este modo, se dejó atrás la concepción puramente patrimonial para introducir criterios de bienestar animal en los procedimientos legales.

Uno de los puntos más destacados de la reforma es que los jueces pueden decidir el destino de los animales domésticos durante un divorcio atendiendo al interés del animal, y no únicamente al derecho de propiedad. Esto permite establecer regímenes de custodia, visitas e incluso contribuciones económicas para su mantenimiento.

Entre las novedades legislativas introducidas, se destacan:

  • Los animales ya no pueden ser embargados como parte de una deuda.
  • En los casos de separación o divorcio, se puede pactar o solicitar judicialmente el cuidado compartido de la mascota.
  • El juez debe tener en cuenta el bienestar del animal, así como el vínculo afectivo con cada miembro de la pareja.
  • Se prohíbe adjudicar la mascota al cónyuge que haya sido condenado por maltrato animal.

Esta legislación pone a España en línea con otros países de la Unión Europea que ya reconocen a los animales como sujetos con necesidades propias, y no simplemente como bienes intercambiables. Además, introduce una mayor seguridad jurídica al ofrecer herramientas legales para resolver los conflictos sobre la custodia animal de forma más justa.

En definitiva, la legislación actual supone un avance significativo en la protección de los derechos de los animales dentro del marco familiar. Las parejas que se divorcian deben conocer estas disposiciones para actuar de forma responsable y priorizar el bienestar de sus mascotas durante y después de la ruptura.

Tipos de acuerdos sobre mascotas

Durante un proceso de divorcio, uno de los aspectos más sensibles es decidir qué ocurrirá con las mascotas del hogar. Afortunadamente, la legislación española actual permite a las parejas alcanzar acuerdos que vayan más allá del concepto de propiedad, priorizando el bienestar del animal. Estos acuerdos pueden formalizarse en el convenio regulador del divorcio y son especialmente recomendables cuando existe una relación afectiva profunda con el animal.

Existen distintos tipos de acuerdos que las partes pueden negociar de forma voluntaria o que, en su defecto, pueden ser determinados por el juez. Elegir el tipo adecuado dependerá de la situación particular de cada familia y de las necesidades del animal.

  • Custodia exclusiva: Uno de los cónyuges asume plenamente el cuidado de la mascota. Esta opción es la más sencilla desde el punto de vista logístico, pero puede generar tensiones si la otra parte mantiene un vínculo emocional fuerte con el animal.
  • Custodia compartida: Ambas partes se reparten los periodos de convivencia y cuidado. Suele funcionar bien cuando existe buena comunicación y cooperación entre los ex cónyuges.
  • Régimen de visitas: Similar al aplicado con menores, uno de los miembros tiene la custodia principal, mientras que el otro tiene derecho a visitas periódicas o convivencia parcial.
  • Acuerdo de manutención: Aunque uno solo tenga la custodia, la otra parte puede contribuir económicamente al cuidado del animal: alimentación, veterinario, vacunas, etc.

Es altamente recomendable que estos acuerdos se recojan por escrito en el convenio regulador o en un documento privado homologado judicialmente. De este modo, se evitan malentendidos futuros y se garantiza el cumplimiento legal de los compromisos adquiridos.

En cualquier caso, el mejor acuerdo es aquel que considera al animal no como un objeto a repartir, sino como un ser vivo con necesidades emocionales y físicas. Valorar su bienestar por encima de los intereses personales es clave para una resolución justa y ética. Consultar con un abogado especializado en derecho de familia y bienestar animal puede facilitar la redacción de un acuerdo equilibrado y respetuoso con todas las partes implicadas.

Cuando no hay acuerdo entre las partes

En los procesos de divorcio, no siempre es posible que ambas partes lleguen a un consenso sobre quién se quedará con la mascota. Este tipo de desacuerdo puede convertirse en un conflicto emocionalmente intenso, especialmente cuando ambas personas tienen un fuerte vínculo con el animal. Ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo amistoso, es el juez quien debe intervenir para decidir lo que ocurra con el animal, aplicando la legislación vigente y teniendo en cuenta el interés del animal y el contexto familiar.

La Ley 17/2021 permite a los tribunales establecer un régimen de custodia, visitas y manutención de la mascota, similar al que se aplica en casos de hijos menores. Esta decisión judicial se basa en un análisis detallado de las circunstancias de cada cónyuge, las condiciones del entorno donde vivirá el animal, y la relación afectiva que mantiene con cada miembro de la familia.

Cuando no hay acuerdo, la intervención judicial no se limita a una simple adjudicación del animal como si se tratara de un bien. El juez debe velar por el bienestar del animal, considerando factores como el tiempo disponible para su cuidado, el entorno físico, la estabilidad emocional del solicitante y la capacidad económica para cubrir sus necesidades.

En estos casos, el proceso suele desarrollarse de la siguiente forma:

  • Se presenta una demanda o petición de medidas sobre la custodia de la mascota en el procedimiento de divorcio o separación.
  • Ambas partes aportan pruebas que respalden su solicitud (facturas veterinarias, testimonios, fotos, registros de adopción, etc.).
  • El juez evalúa el caso y dicta una resolución que puede incluir custodia exclusiva, compartida o régimen de visitas.

Aunque la vía judicial ofrece una solución legalmente vinculante, también puede resultar más lenta, costosa y desgastante emocionalmente. Por ello, siempre que sea posible, se recomienda agotar las opciones de mediación familiar antes de recurrir a los tribunales. La mediación puede ayudar a restablecer la comunicación entre las partes y facilitar acuerdos personalizados que respondan mejor a las necesidades del animal y de las personas involucradas.

Criterios del juez para decidir la custodia

Cuando las partes no logran llegar a un acuerdo respecto a la custodia de una mascota en un proceso de divorcio, corresponde al juez tomar la decisión final. A diferencia del pasado, en que los animales eran considerados meros bienes materiales, la legislación actual obliga a tener en cuenta su bienestar como seres sintientes. Esto ha transformado el enfoque judicial, exigiendo un análisis más profundo y humano por parte de los tribunales.

El juez no se limita a verificar quién figura como titular del animal en el microchip o en el contrato de adopción. Más allá de la propiedad formal, lo que realmente importa es garantizar que el animal permanezca en el entorno más favorable posible para su salud física y emocional.

La prioridad del juez será siempre proteger el interés del animal, por lo que podrá tomar medidas personalizadas según las circunstancias del caso, incluso si contradicen la titularidad oficial del animal.

Entre los principales criterios que puede valorar un juez para tomar esta decisión, destacan los siguientes:

  • Vínculo afectivo: Se analiza cuál de las partes tiene un mayor apego emocional con el animal y viceversa.
  • Responsabilidad en el cuidado: El juez considerará quién ha sido el cuidador principal, atendiendo a pruebas como facturas veterinarias, compra de alimento o tiempo dedicado al paseo y atención diaria.
  • Entorno de vida: Se evalúan las condiciones del nuevo hogar de cada cónyuge, incluyendo espacio, estabilidad y seguridad.
  • Presencia de menores: Si hay hijos en común que mantienen una relación estrecha con el animal, esto puede influir en la decisión para no romper el vínculo afectivo de los menores.
  • Capacidad económica: Aunque no es el factor determinante, sí se tiene en cuenta la capacidad para cubrir necesidades básicas como alimentación, higiene y atención veterinaria.

Es importante recordar que estas decisiones pueden ser revisadas si cambian las circunstancias. Además, aunque una de las partes no obtenga la custodia, es posible que se le reconozca un régimen de visitas o participación en los cuidados. El enfoque judicial busca ser justo, equilibrado y, sobre todo, respetuoso con los derechos del animal como miembro de la unidad familiar.

Impacto emocional en las mascotas

El divorcio es una experiencia difícil para todas las partes involucradas, y las mascotas no son una excepción. Aunque no pueden verbalizar su dolor o confusión, los animales pueden experimentar un gran estrés emocional durante este proceso. La separación de sus dueños, el cambio de entorno y la alteración de su rutina diaria pueden generarles ansiedad, depresión e incluso problemas de comportamiento.

Las mascotas, especialmente los perros y gatos, desarrollan un fuerte vínculo afectivo con sus cuidadores. Cuando una de las partes del hogar desaparece, la mascota puede sentirse abandonada o insegura, lo que puede llevar a una serie de reacciones emocionales. Es común que experimenten cambios en su apetito, en su nivel de actividad, y que muestren signos de tristeza o agresividad.

Los estudios demuestran que las mascotas pueden percibir las emociones humanas y responder a ellas. Si uno de los cónyuges está pasando por un momento de estrés o tristeza, es posible que el animal también refleje estos sentimientos en su comportamiento. El ambiente emocional en el hogar tiene un impacto directo en su bienestar.

Los signos de estrés en las mascotas durante un divorcio pueden incluir:

  • Alteraciones en el apetito o en los hábitos alimenticios.
  • Desgaste excesivo de objetos o muebles, como mordiscos o arañazos.
  • Aislamiento, dejando de interactuar o mostrando desinterés por el entorno.
  • Comportamientos destructivos o agresivos hacia los dueños o familiares.
  • Vocalizaciones excesivas, como ladridos o maullidos.

Además, el cambio de residencia o la separación de los niños con los que el animal estaba acostumbrado a convivir también puede causarles una gran angustia. Los animales son sensibles a los cambios de su entorno y necesitan tiempo para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Para mitigar el impacto emocional en las mascotas, es crucial que los dueños sean conscientes de sus necesidades afectivas y de rutina durante el proceso de divorcio. Establecer una transición gradual, mantener la rutina de paseos y cuidados, y proporcionar un ambiente seguro y estable son medidas esenciales para ayudar a la mascota a superar este difícil momento.

Es importante que los dueños se esfuercen por brindarles una atención emocional especial y, si es necesario, busquen la ayuda de un profesional veterinario o un especialista en comportamiento animal para asegurar el bienestar de su mascota durante esta transición.

Recomendaciones para proteger al animal

El bienestar de las mascotas es una prioridad fundamental durante y después de un proceso de divorcio. A medida que las circunstancias familiares cambian, es crucial que los dueños de las mascotas tomen medidas para proteger a sus animales de los efectos emocionales y físicos del proceso. A continuación, se presentan algunas recomendaciones clave para garantizar que el animal reciba el cuidado y la atención que necesita durante este momento de transición.

En primer lugar, es importante mantener una rutina estable para el animal. Los animales, especialmente los perros y gatos, son criaturas de hábito y cualquier cambio en su rutina diaria puede causarles estrés. Mantener horarios consistentes para los paseos, las comidas y el tiempo de juego ayuda a reducir su ansiedad.

Además, aquí hay algunas recomendaciones adicionales que pueden ayudar a proteger a la mascota durante el divorcio:

  • Evitar cambios drásticos: Siempre que sea posible, trate de minimizar los cambios en el entorno del animal. Si se mudará, intente mantener sus objetos y su espacio familiar. Los animales se sienten más seguros cuando tienen sus cosas a mano.
  • Proporcionar consuelo emocional: Asegúrese de pasar tiempo de calidad con su mascota, incluso si está atravesando un proceso emocionalmente desafiante. La interacción positiva ayuda a fortalecer el vínculo y proporciona seguridad al animal.
  • Buscar ayuda profesional: Si su mascota muestra signos de estrés excesivo, como agresividad, cambios en el comportamiento o problemas de salud, considere consultar a un veterinario o un especialista en comportamiento animal. Ellos pueden proporcionar estrategias o incluso medicación para ayudar a gestionar la ansiedad.
  • Comunicación entre los miembros de la familia: Si el animal está bajo custodia compartida, es importante que ambas partes mantengan una comunicación abierta sobre los cuidados y las necesidades del animal. Esto asegura que no haya confusión sobre su bienestar.

Las mascotas, como miembros de la familia, merecen ser tratadas con el mismo cuidado y atención que los humanos. Protegiéndolas del estrés del divorcio y asegurando que continúen recibiendo el amor y la estabilidad que necesitan, se puede ayudar a que se adapten mejor a la nueva situación y a mantener su bienestar a largo plazo.

Con estas recomendaciones, los dueños pueden asegurar que su mascota no solo se adapte a los cambios de la vida familiar, sino que también continúe viviendo de forma saludable y feliz a pesar de los desafíos emocionales del divorcio.

Preguntas Frecuentes

A continuación, respondemos a algunas de las preguntas más comunes relacionadas con la custodia de mascotas durante un proceso de divorcio. Estas respuestas pueden proporcionar claridad sobre los derechos y responsabilidades de los dueños y cómo manejar el bienestar del animal durante este proceso difícil.

Si tienes alguna otra duda o necesitas orientación legal más específica, siempre es recomendable consultar con un abogado especializado en derecho familiar y bienestar animal.

1. ¿Cómo se determina quién se queda con la mascota en un divorcio?

La decisión sobre quién se queda con la mascota depende de varios factores, como quién ha sido el principal cuidador del animal, el vínculo afectivo entre el animal y cada cónyuge, las condiciones de vida de cada parte y el interés del animal. En algunos casos, el juez puede otorgar la custodia compartida o un régimen de visitas.

2. ¿Puedo solicitar la custodia compartida de mi mascota?

Sí, es posible solicitar la custodia compartida de una mascota. Este acuerdo debe ser aceptado por ambas partes, y el juez lo validará si considera que el animal puede adaptarse a esta modalidad sin sufrir daño emocional. En caso de no llegar a un acuerdo, el juez decidirá lo que considere más conveniente para el bienestar del animal.

3. ¿Qué pasa si mi ex-pareja no se hace responsable del cuidado de la mascota?

Si una de las partes no cumple con sus responsabilidades de cuidado, es posible solicitar una revisión judicial de la custodia. En este caso, el juez podría modificar el acuerdo de custodia, tomando en cuenta el bienestar del animal y los actos de negligencia por parte del ex-cónyuge.

4. ¿Las mascotas tienen derechos legales en un proceso de divorcio?

Aunque las mascotas no son consideradas como personas, la legislación española reconoce que son seres sintientes. Esto significa que durante un proceso de divorcio, los derechos del animal a vivir en un entorno seguro y saludable deben ser considerados, y el bienestar del animal es una prioridad al tomar decisiones sobre su custodia.

5. ¿Puedo pedir un régimen de visitas para mi mascota si no tengo la custodia principal?

Sí, en algunos casos el juez puede establecer un régimen de visitas o convivencia parcial para el cónyuge que no tenga la custodia principal de la mascota. Esto dependerá de las circunstancias específicas y de lo que se considere más beneficioso para el animal.

Conclusión

La custodia de las mascotas durante un proceso de divorcio es un tema cada vez más relevante, tanto desde el punto de vista legal como emocional. Las reformas legales recientes en España han transformado la manera en que se abordan estos casos, reconociendo a los animales como seres sintientes con derechos propios. A través de un análisis detallado de los intereses de las partes y el bienestar del animal, los tribunales buscan garantizar que la mascota reciba el cuidado y la atención adecuados durante y después del proceso de separación.

Es fundamental que las parejas en proceso de divorcio comprendan que las decisiones sobre sus mascotas deben ir más allá de la propiedad. El bienestar emocional y físico del animal debe ser la prioridad, y se deben buscar soluciones que minimicen el estrés y la ansiedad del animal, tales como acuerdos de custodia compartida o visitas regulares. Sin embargo, si no es posible llegar a un acuerdo, el juez tiene la responsabilidad de tomar una decisión basada en el interés superior del animal.

Para asegurar una transición más suave, es recomendable que los dueños de las mascotas se mantengan informados sobre los derechos legales actuales, consideren la mediación como una herramienta para evitar conflictos y, sobre todo, prioricen la estabilidad emocional de sus animales. Si bien el proceso puede ser complejo, contar con el apoyo adecuado y entender los aspectos legales y emocionales involucrados facilitará una resolución más justa y equilibrada para todas las partes.

En resumen, la custodia de las mascotas en los divorcios es un asunto que refleja el cambio en la percepción que tenemos sobre los animales en nuestra sociedad. Con un enfoque más humano y regulado, es posible encontrar soluciones que protejan tanto a las personas como a sus queridas mascotas, permitiéndoles adaptarse con el menor impacto posible a los cambios que trae consigo un proceso de divorcio.

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